viernes, 10 de julio de 2015

El muro, la curiosidad y la escalera carcomida

Curiosidad de Eugene Von Blaas

Todos sentimos curiosidad por lo desconocido y vemos sueños que para muchos son alucinaciones como alcanzables al subirnos a una escalera carcomida, a la que nunca nos subiríamos de estar en nuestros cabales.Al menos eso piensa la gente con la cabeza bien amueblada ¿Pero nos queda otra? Cuando toda vida hemos caminado tras de un sueño y siempre nos hemos encontrado con un muro alto e infranqueable, siempre la misma historia, las mismas traiciones, la misma decepción, lo que hace poco más de un año parecía una realidad posible se ha mostrado como una estrategia de los mercantilistas destructores de sueños para destruirlos una vez más, lo abierto y participativo se ha transformado en una plancha de acero, que no pretende sumar sino absorber. 

¿Nos queda otra cuando nos persiguen mastines dispuestos a devorarnos, descuartizarnos una y otra vez, hasta que seamos incapaces de soñar, de sentir como personas?  

Después de tantas decepciones y alguna victoria no nos queda otra salida que subir a esa escalera carcomida y con la curiosidad ante lo desconocido, saltar ese muro, aunque al otro lado esté el abismo. Al menos debemos intentarlo, corremos el riesgo de que los peldaños carcomidos se rompan bajo nuestros pies y jamás consigamos nuestros sueños, pero sabemos que de no intentarlo nos devoraran los mastines del poder. Por un lado el infierno de lo conocido, mastines sin entrañas ni moral devorándonos, al otro lado del muro tal vez el abismo pero quizás los sueños que llevamos una eternidad persiguiendo. Pisando nuestros pies esos peldaños que crujen y amenazan con romperse con los mastines esperando y la seguridad de que si no saltamos el muro seremos devorados cuando así lo decidan los dueños de los mastines. 

La curiosidad tal vez nos lleve a abismo, pero, si no lo intentamos habremos perdido la batalla y renunciado a nuestros sueños, habremos traicionado a quienes lucharon y perdieron, a nuestros hijos y a nosotros mismos. 
Ahora en común todos debemos subir por la escalera, sin miedo a que se rompa bajo nuestros pies, porque el infierno está en nuestra pasividad y en nuestro conformismo.

Estoy seguro que no es esta la interpretación que Eugene Von Blaas hizo a la hora de pintar este cuadro, pero sé que no sería menos romántica.

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