sábado, 4 de junio de 2016

La caja de hojalata dónde se guardaba los recuerdos



Mi madre, como todas las mujeres que sufrieron la posguerra, utilizó latas de membrillo, de Cola cao, de galletas danesas o de jabón Myrurgia, para guardar hilos, fotos y mil cosas más. Mi madre tenía predilección por una, de la que nunca gasto su contenido. Una caja de jabón la Maja de Myrurgia. Aquella caja de jabón le acompañó toda la vida. Yo nunca vi la caja llena de otra cosa que no fuese de hilos, botones de mil formas y colores, corchetes y agujas; no obstante siempre supe su contenido original.


Hubo un tiempo que estuvo llena de pastillas de jabón, individuales, del tamaño de una onza de chocolate, rectangulares, otras redondas y una alargada de mayor tamaño, un frasco de agua de colonia y un pañuelo. Fue un regalo que recibió de su hermana Victoria. Fue casi veinte años después de la guerra, cuando regresó a Pinarejo. Ya no se volvieron a ver.

Toda la familia de mi madre vivía en Valencia, menos ella, que se quedó en Pinarejo. Mi abuelo, Felipe López, dejó Pinarejo en 1934, para el comienzo de las obras del pantano de Alarcón, para después marcharse a principios de 1936 al embalase de Contreras, ambos embalses iniciados por la República y terminado durante la dictadura. Posiblemente hubiesen regresado al pueblo de no ser por la guerra y posterior encarcelamiento de mi abuelo Felipe, militante destacado de la UGT, en el penal de Chinchilla de Monte–Aragón.

Mi madre tenía dos hermanas, Victoria y Magdalena y un hermano, Auspicio. Parece ser que a la alegría del reencuentro siguió alguna discusión, es la conclusión que he sacado yo, nunca me lo dijo mi madre. Por entonces, mi padre soñaba con la lluvia de la libertad, cuando vio que la dictadura amenazaba con perpetuarse, comenzó a soñar con marcharse a la República Argentina, nunca llegó a hacerlo. Nunca llegó a salir de su amada tierra manchega de Castilla. Nosotros sí, a los pocos meses de su muerte nos marchamos a Ibiza

Cuando desde Ibiza, regresamos a la península, a Valencia, conocí a mi familia valenciana, a quienes todavía vivían, mis primos y tan sólo uno de mis tíos, Auspicio, que siguiendo la tradición familiar de lucha por los derechos de la clase obrera estaba afiliado al PCE, el único partido que se oponía con contundencia a la dictadura, el PCE.

Esa caja de jabón, siempre llena de hilos, mi madre la llevo a todas partes, del mismo modo que las pastillas de jabón y el agua de colonia y del pañuelo no me acuerdo, nunca los uso y siempre colonia y jabón los tuvo bien a la vista, la caja siempre a su lado. Era como tener siempre presente a esa hermana que marchó.


©Paco Arenas. 

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