lunes, 21 de noviembre de 2016

Que nadie se equivoque, Poesía



No, que nadie se equivoque.
Noto el agua resbalar por mi espalda,
cual puñales traidores,
menos mortíferos que las palabras
que golpean mi corazón.

No, que nadie se equivoque.
De nada sirve el acero de la armadura
si mis ojos ven las lágrimas de dolor
en los ojos que debieran estar radiantes.

No, que nadie se equivoque,
ni a nadie cause asombro,
si desenvaino mi espada,
y me pongo al lado del labriego.

No, que nadie se equivoque.
Que no hay charcas más turbias
que las almas
de quienes habitan palacios.

No, que nadie se equivoque.
En el harapo que suda,
hay mil veces más dignidad
que en el manto de los reyes.

No, que nadie se equivoque,
No me agacho para rendirme,
Sino para mirar el cielo
al ras de suelo…y luchar.


©Paco Arenas 

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